CÓMO NO SER UN HIJO PRÓDIGOCharles Stanley
enero 09, 2018
Lucas 15.11-19
11 »Un hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—. 12 El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repartió sus bienes entre los dos. 13 Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14 »Cuando ya lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesidad. 15 Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Tanta hambre tenía que hubiera querido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17 Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18 Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros.”
Luke 15:11-19 | NVI
La partida del hijo pródigo de su casa comenzó con un deseo. Tal vez quería dejar atrás algunas de las restricciones que acompañan el vivir bajo el techo de los padres. O quizás quería más dinero para ir con sus amigos tras los placeres de la vida. En cualquier caso, su deseo dio a luz el razonamiento engañoso que dice: “Lo que quiero no le hace daño a nadie. Me lo merezco”. Esta manera de pensar lo llevó a una decisión —pedir prematuramente su herencia—, y a abandonar, tanto su hogar, como a todo lo que le habían enseñado.
Un cristiano que se ha alejado de Dios sigue una senda semejante a la del hijo pródigo. Todo comienza en nuestra mente con un anhelo de algo distinto a lo que tenemos. Cuanto más tiempo dejamos que se mantenga la idea, más fuerte nuestro deseo de tenerlo. Cuando nos aferramos a un anhelo que está fuera de la voluntad de Dios, nos engañamos, y encontramos la manera de justificar lo que queremos. Basaremos la decisión en nuestro razonamiento pecaminoso, y nos alejaremos del Señor para satisfacer nuestros sueños egoístas. Como el hijo pródigo, podremos disfrutar de los placeres del mundo por un tiempo, pero al final nos encontraremos sin lo que realmente necesitamos: amor incondicional, seguridad y propósito en la vida.
Tenemos un enemigo que trata de desviar nuestra atención de la voluntad del Señor, un mundo que pone a los deseos por encima de Dios, y unas inclinaciones “carnales” que prefieren el placer a la obediencia. Para evitar engañarse, haga de la Biblia el fundamento de su vida, y ajuste su mente y decisiones como debe ser (Ro 12.2). 2 No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Romans 12:2 | NVI
Amigos cristianos en todas las naciones, alejarnos de Nuestro Padre Celestial debe ser lo más absurdo que podamos cometer en nuestras vidas; con El tenemos Su Amor. Dirección. Proteccion. Provisión. Educación. Corrección. ¿Para qué vamos alejarnos de Su Mano Protectora? Seamos agradecidos. Alabémosle. Honrémosle. Adorémosle; continuemos por sus caminos y esforcémonos en hacer Su Voluntad; para ser sus hijos obedientes y enseñar al mundo que no hay nada ni nadie comparado al Gran Amor de Nuestro Padre Celestial.
Qué no cambiamos de rumbo por ninguna circunstancia que nos suceda; por qué en El tenemos seguridad y sabemos que todo pasará y seguiremos siendo bendecidos.
Amen.!
Jcoa.!